Misión cristiana, sin fronteras ni limitaciones ni demoras











San Marcos, Evangelista

Para el día de hoy (25/04/18):  

Evangelio según San Marcos 16, 15-20






En los tiempos que corren resulta cada vez más decisiva la influencia de los medios de comunicación, en gran parte por la globalidad de su alcanza, en gran parte también por la velocidad o instantaneidad de la llegada.
Probablemente, el problema subyacente se encuentre en los valores o disvalores ocultos que a través de esos medios se transmitan; la mediación, a su vez, modifica consideraciones ontológicas, de modo que lo que es debe pasar por el tamiz de los medios. Sin embargo, lo que en verdad tuerce el crecimiento de los cultivos -eso que llamamos cultura- radique en que los medios han dejado de ser tales para convertirse en fines en sí mismos, indicios pasmosos de superficialidad.

La web no es ajena a ello, y por eso cualquier cosa que se publique, desde unas simples líneas o un comentario menor, tienen su importancia, pues se ha desdeñado el valor de la palabra. Sin otro ánimo que el de reflexionar, sólo diremos que en cada palabra nos jugamos la vida, pues en cada expresión se vuelca lo que somos aún cuando se escondan o enmascaren virtudes, defectos y ansias.

En tiempos tan complejos, la comprensión o aceptación de un milagro resulta una tarea ímproba cuando nó imposible. Es claro que es por demás persistente el concepto de milagro como un hecho espectacular, un show descollante, señales asombrosas para un mundo que ha perdido su capacidad de asombro.
Pero la misión cristiana no ha de internarse por esos senderos erróneos.

Ante todo, se trata de la confianza que se nos ha brindado. El mismo Cristo confía en los suyos, con todo y a pesar de todo, para continuar su tarea de anunciar la Buena Noticia a toda la creación, una Buena Noticia que no se limita por fronteras ni por cuestiones sociales; de allí que hay Buenas Noticias hacia la naturaleza, cuidado de una tierra que es parte del acto de amor maravilloso y creador de Dios.
No se trata solamente de prolíficos discursos, ni de quedarse en los umbrales de la declamación pura. El anuncio se acompaña y refrenda con señales inequívocas de vida, de amor y de liberación.

Vida que se expande y no se amilana por la violencia y las enfermedades, vida que prevalece aún traspuesto el portal de la muerte.
Amor que implica desertar de los egoísmos, hacer lo que se debe sin pedir nada a cambio, ir hacia el otro sin que lo llamen y sin otro interés que el bien del prójimo, tendiendo puentes amistosos que superen todos los abismos injustos que nos separan.
Liberación que depura las mentes, las almas agobiadas por mil anteojos ideológicos, por tantas imágenes que nos sobresaturan, peleas impuestas por otros y que en verdad no deben ser de nadie. La vida pasa por otro lado.

Señales misioneras y verdaderamente milagrosas de Dios con nosotros.

Paz y Bien

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