Ayate




Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América Latina

Para el día de hoy (12/12/15): 

Evangelio según San Lucas 1, 39-48



Un ayate es una prenda muy humilde. Tejida con fibras de magüey, se transforma en una suerte de poncho que con su tela basta protege del frío, pero a su vez como mecapal o mochila para llevar cosas importantes, instrumento para el trabajo que a veces se tiende en el suelo como mantel de campo.

Cuando se lleva algo en el ayate, se aprieta contra el pecho y, un poco, se oculta eso que se porta.

Por sus orígenes humildes y sencillos, es también la vestimenta de los pobres. O como en México -en el siglo XVI y quizás ahora también- es la prenda de los indios, los pobres entre los pobres, los más pequeños, los que no cuentan.

En 1531, el ayate de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin lleva escondido el tesoro inmenso de amor de la Madre de Dios, un Dios que siempre inclina su rostro amable hacia sus indefensos, anawin del Señor a los que se revela la Buena Noticia del Reino entre nosotros.

Ese ayate esconde rosas magníficas que interpelan, que estremecen de ternura, presencia constante y fiel de una Madre que es también compañera, discípula y amiga. Mujer que no tiene casa propia, pues su hogar está allí en donde los hijos la reciben.
Y donde está la madre, está también el Hijo.

Huey, Tonantzin!

Salve, Madre de Dios!

Que seamos dignos de llevar en las honduras de nuestros ayates la Gracia de Dios, el cariño de Madre, la Buena Noticia de un Dios que nos ama sin desmayos.

Que la Madre de Dios, Señora de Guadalupe, bendiga a México, a Latinoamérica, al mundo entero.

Paz y Bien




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