Profundamente humano




Para el día de hoy (20/01/15) 

Evangelio según San Marcos 2, 23-28



Desde una perspectiva fenomenológica, la fé cristiana es secular y extrañamente profana pues no se condice con los parámetros usuales de divinidad, de escisión de lo sagrado, de alteridad absoluta.

La clave es el misterio de la encarnación de Dios, un Dios que se hace humano en Cristo -el más humano de todos- que se hace finito, que se hace tiempo, que se hace historia para que la historia se transforme, fermente y florezca.
El Dios de Jesús de Nazareth es el Totalmente Otro que se encuentra muy cerca, y que no es uno habita en un cielo inaccesible y desde allí aplica parámetros de subordinación, de obediencia militarizada, Dios de premios y castigos.

La discusión con los fariseos plantea un abismo infranqueable. Ellos todo lo subordinan a una casuística establecida a partir de parámetros que deificaron y que anteponen a la misma Palabra, un fundamentalismo tan proclive a detectar malos e impuros, a señalar con fluidez prohibiciones y a separar a muchos mediante yugos agobiantes, todo en nombre de Dios.

Jesús de Nazareth, Dios con nosotros, sabe que cada mujer y cada hombre es un templo viviente del Dios de la vida. Que en cada hombre y en cada mujer resplandece el rostro de Dios, y hay  que saber mirar y, especialmente, tener el deseo de ver, con una persistente hambre de verdad.

Ese corazón sagrado en llamas por el Espíritu que lo anima no puede abdicar de las necesidades humanas, ni subordinarlas a la observancia de normas, por importantes que ellas fueran.
Es claro que no es una mera cuestión material o biológica: es el paso mayor de una razón que deviene en co-razón, que se conmueve frente a la necesidad, a las ausencias, a las injusticias, a los sábados impuestos que han dejado de ser santos y restauradores de almas y familias para convertirse en carga de rictus amargo y gravamen intolerable.

Porque en verdad nos aferramos a esos sábados que hemos inventado, y soltamos la mano bondadosa que Dios, a cada paso y cada momento nos tiende.

Paz y Bien
 

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