Con los últimos




Para el día de hoy (21/09/14) 

Evangelio según San Mateo 19, 30-20, 16




Distintos, muy distintos y alejados son nuestros andares respecto de los caminos de Dios. Nos aferramos a ciertas formalidades, nos acostumbramos a corruptelas, nos dejamos ganar la partida por el egoísmo y la envidia, y en esas veleidades la justicia es una forma razonada de permitirnos abundantes miserias.

La parábola que nos ofrece la liturgia en este domingo, además de ser una bellísima construcción literaria, debería constituir un profundo llamado de atención para todos nosotros, especialmente para aquellos que ejercen algún tipo de poder o decisión sobre los demás.

El dueño de la viña hace cosas muy extrañas. 
La búsqueda de trabajadores, lógicamente, debería realizarse por la mañana, bien temprano, para que rinda el día. Pero este dueño sale de madrugada, pero también varias veces a horas intempestivas durante todo el día. Y se lleva consigo a todos los que están a la deriva, sin empleo, sin salario y por ello sin posibilidades de sustento, los que nadie ha llamado, los que nadie quiere, los últimos, el resto, los que sobran.
Para colmo de males, a la hora del pago tiene una actitud escandalosa: paga igual a los que comenzaron temprano como a los que ingresaron al final.

El escándalo de denarios entregados sin orden de mérito es el escándalo de la generosidad.
La Gracia es escandalosa, el amor de Dios es ofensivo para un mundo que todo lo calcula.

No es bueno caer en el error de las abstracciones. La Palabra ha de encarnarse en la vida cotidiana, y ése precisamente será el signo de la conversión al Reino.
Para tantos estrictos dispensadores de un desempleo que es injurioso, va siendo hora que detengan su mirada en lo que hace el Dueño de la Viña: en sus constantes búsquedas, nadie queda sin trabajo, y allí está el pago, mucho más que en el denario que a la postre les brinda. Que la vida cristiana es fidelidad, es amor, es solidaridad y es justicia expresada en una misericordia que nunca sigue las razones mundanas.

Hijos de Dios, hijos de la Iglesia, seremos cada vez más fieles si nos ponemos de lado de los últimos, los olvidados, los despreciados, los que no cuentan, hijas e hijos dilectos y amadísimos por Dios.

Paz y Bien

2 comentarios:

pensamiento dijo...

Sólo, puedo decir, Gracias.

Caminar dijo...

Y cuánto nos cuesta aceptar esa generosidad de Dios e imitarle en ella.
Que nos conceda su gracia para ser, en algo, semejantes a El.
Un saludo en Cristo

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