Sábado de Gloria: Nos encontraremos en todas las Galileas




Sábado de Gloria
Vigilia Pascual


Para el día de hoy (19/04/14):  
Evangelio según San Mateo 28, 1-10




Ellas debían esperar que terminaran las prescripciones e inhibiciones del Shabbat, y es por eso que al amanecer del día siguiente se dirigen a la tumba que han prestado otros para el cuerpo muerto del Maestro, de ese Maestro que se ha ido de este mundo tan pobre como vino, sin nada, hasta una tumba prestada.

Ellas van a visitar una tumba, con los afectos doloridos por la pérdida reciente, del Inocente que han ejecutado. Ellas salen a campo abierto cuando todos los demás, por miedo, se esconden revestidos de vergüenza. Ellas van, a pesar de que su gesto afectuoso se asome como inútil, porque el Maestro ha muerto.

Pero María de Magdala y la otra María permanecen tenazmente fieles. Y aunque no entiendan aún lo que en verdad ha sucedido y lo que el Maestro les ha enseñado, no se resignan, no se rinden, y es al calor de ese amor que se germina el amanecer que aún no encuentran, símbolo también de nuestras propias existencias, caminos temblorosos y oscilantes entre la oscuridad cerrada y el sol de cada amanecer.

Ha pasado lo impensable, aconteció algo asombroso. Quizás sea de una magnitud tan grande, que a la vez implique un acontecimiento cósmico representado en el sismo. Porque tiembla la tierra y tiemblan los poderosos, que son esos custodios inútiles de la muerte que a su vez están como muertos. Y presunto muerto custodiado está vivo, demoliendo cualquier imposición mortuoria y opresiva.

La roca que obstruye la entrada es muy pesada, pero es sólo una piedrita comparada con Aquél que lleva en sí todos los horizontes, la historia misma de la humanidad resignificada y latiendo en su corazón sagrado. Por eso la roca está removida: no tanto para obstruir la salida de Cristo, sino para que esas mujeres y todos nosotros podamos entrar, y dar testimonio que esa tumba vacía deviene inútil, que los albergues de la muerte no prosperan, que los imposibles -los nunca, los jamases, los no se puede- no tienen destino.

El Señor ha resucitado, la muerte no tiene la última palabra. Y a ese Cristo de nuestras alegrías y nuestras esperanzas lo encontraremos vivo y presente en todas las Galileas, allí en la periferia de la existencia, rodeado de sus hermanas y hermanos que no cuentan pero que cobijan y viven al calor de esa vida que se nos ha recuperado para siempre.

Muy Feliz Pascua de Resurrección para todos.

Paz y Bien
 

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