De herederos y camellos



Para el día de hoy (03/03/14):  
Evangelio según San Marcos 10, 17-27



Parecería un interrogatorio más, al modo falaz que suelen realizarle escribas y fariseos con aviesas intenciones, el fin perverso de que el Maestro diga algo inconveniente o heterodoxo para ridiculizarlo ante el pueblo y para procurar una expeditiva condena del poder religioso. Sin embargo, hay un rasgo que distingue al joven quese dirige a Jesús, y es su sinceridad y honestidad.

Seguramente ha pasado días enteros carcomiédose la razón en busca de la respuesta a la gran pregunta, y que es la eternidad.
En apariencia no le falta nada -tiene muchos bienes- y tal vez quiera prolongar su bienestar post mortem; pero aquí entra en juego nuevamente esa sinceridad que mencionábamos. Quizás caiga en la cuenta que nada de lo que posee, y que es mucho, se lo llevará consigo. Pero es uno de los más humanos de los cuestionamientos, que se produce frente a la toma de conciencia de la propia finitud.

Todo en la expresión de ese joven habla de legalismos, de procedimientos, de lo que cada uno debe hacer para obtener la bondad divina. Y a su vez, producto de su cultura y de sus tradiciones, tiene una visión minuciosamente sectaria de esa eternidad que ansía: por eso inquiere acerca del qué debe hacer para heredar la vida eterna, y en ese heredar destella, ante todo, el propio interés, suplantando de modo rotundo el amor de Dios y el amor hacia Dios.

Su postura no nos es del todo desconocida: es la espiritualidad del trueque, mercantilizada, ésa que supone un ámbito de premios y castigos, de méritos piadosos acumulables, de un Dios al que se le puede sonsacar bondades beneficiosas para uno mismo.
Por ello, el Maestro comete un aparente error: le pregunta al joven si ha guardado los mandamientos, y deliberadamente enuncia aquellos referidos a la relación con el prójimo. Porque el Dios de Jesús de Nazareth es un Dios de amor, y todo aquél que no ama al prójimo -cercano y lejano- no reconoce al Padre como Dios, no permite que Dios reine en su vida.

Pues hemos sido declarados herederos universales de la vida plena por la infinita bondad de ese Dios que nos ama sin medida. 
Tal vez por ello mismo sea menester despejarnos de todo lo que no nos sirve, nos ata y sumerge aquí abajo y nos impide toda ascensión, un cielo que se abre aquí y ahora cuando nos acercamos al hermano, cuando respiramos solidaridad, cuando la generosidad se vuelva sorprendente quehacer diario.

En los tiempos en que vivimos, con tanta miseria y egoísmos razonados, parece impensable y apenas una romántica utopía. Y la promesa de eternidad, para muchos, el alivio de tantas penas soportadas en estos arrabales.
Muchos camellos haciendo fila para pasar por los pequeños ojos de aguja de la verdad.

Pero por ser herederos somos también asombrosos camellos del más acá, y Dios todo lo puede. Porque la Salvación es don y es misterio compartido.

Paz y Bien


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