No es para precavidos



Para el día de hoy (25/11/13):  
Evangelio según San Lucas 21, 1-4



(Paradójicamente, entonces y ahora nadie daría un centavo por las dos moneditas de cobre arrojadas a la alcancía del Templo por esa viuda pobre, desamparada. 
Pero en esa insignificancia aparente, hay un misterio escondido de valor profundísimo que sólo el corazón sagrado de Jesús puede descubrir.

Ese misterio revelado quiere decir que todo tiempo se decide y resuelve en el presente, especialmente cuando con la desmesura del amor y la locura de la solidaridad las cosas se hacen sin reservas, a pura entrega cordial, sin especulaciones y -horror de horrores- sin precauciones. Porque el Reino no es para precavidos que, tal vez, nos animemos a alguna que otra acción pero siempre tenemos alguna resto escondido por si las cosas van mal.
Esa es la mundana lógica de la especulación, del sí a medias y con condiciones, de la emoción pero vamos a ver, de la ampuloso gesto de donar los sobrantes.

Pero el Reino es ilógico, y es pura desmesura, como el vino de Caná, como las cestas del pan compartido y multiplicado, como la frutal Gracia que nos llueve mansa, como la desbordante y asombrosa misericordia que sostiene al universo.

Así la viuda pobre ofreciendo todo lo que tenía para subsistir, es decir, ofreciendo sin reservas su propia existencia es la levadura humilde que todo lo transforma, es la pequeñez insobornable que conmueve las entrañas de Dios, es el darse sin medidas del mismo Cristo, sea cual fuere la consecuencia.

Arrojar estas pequeñas moneditas que en verdad somos es sembrar un futuro desde un presente que germina distinto, incondicionalmente, con todo el corazón y toda el alma, con la confianza fundante del mandamiento mayor de amar a Dios y al prójimo por sobre todas las cosas)

Paz y Bien

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