Bienaventuranzas, vivir en dos mundos



Para el día de hoy (11/09/13):  
Evangelio según San Lucas 6, 20-26



(A simple vista, la dialéctica bendición/maldición expresada por Jesús de Nazareth en el sermón del monte y especialmente en las bienaventuranzas indicaría una simple y directa tensión por la cual los seguidores del Maestro gozarán postreramente de las bendiciones divinas, así como los que no una catarata de maldiciones equivalentes a una condenación.

Pero en el tiempo nuevo de la Gracia, nunca las cosas son lineales, ni la Palabra ha de asimilarse literalmente. La literalidad es madre de todos los fundamentalismos.

Por eso Jesús no alaba a la pobreza por la pobreza misma, ni condena a la riqueza por la riqueza misma. Lo que sucede es que el pobre vive en dos mundos, en este presente duro e injusto y, a la vez, en ese mundo escatológico del Reino que este mismo momento ya está creciendo y presente entre nosotros.
El rico, en cambio, satisfecho con sus ambiciones materiales, se aferra solamente a este mundo perecedero que tiene fecha de vencimiento, un mundo esquivo en donde su horizonte no permite hermanos, no acepta prójimos, en donde se le rinde culto al dios dinero, ídolo cruel que devora a tantos y que a nadie más admite.

Esas imprecaciones, a nuestros oídos tan duras, son dolorosos gritos de súplica para no desperdiciar la existencia.
Esas bienaventuranzas son señales de auxilio para aquellos que no dan más, para que la esperanza no se apague, para que ni la pobreza, ni el dolor, ni el llanto ni la violencia que se obtiene a causa de la fidelidad al Reino nos quiten el horizonte de un tiempo nuevo y definitivo que Él ha pagado para nosotros a precio de sangre)

Paz y Bien

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