Administradores infieles de la Gracia de Dios



Para el día de hoy (22/09/13):  
Evangelio según San Lucas 16, 1-13



(El Evangelio para el día de hoy es un texto para leer y reflexionar con especial detenimiento y cuidado. Es un texto escandaloso para propios y ajenos.

Ese administrador infiel al que se le exige rendición de cuentas, sinceramente, es un limitado ingenuo en comparación con los obscenos casos de corrupción que conocemos a diario y que nos lastiman y nos ofenden, y probablemente el Maestro se ha valido de un caso similar conocido en aquel entonces para dejar su enseñanza. Porque siempre, hasta de los hechos más tenebrosos, se pueden aprender algo, y se pueden encender luces, y podemos encontrar puertas abiertas hacia el reino de Dios.

El gran tema planteado es el dinero, y quizás una lectura demasiado rápida y superficial nos haga aferrar a una limitada definición acerca del dinero injusto: de suyo, ello implicaría -así, de un modo superficial- que también hay un dinero justo.
Nada de eso.
El dinero hace rato que ha dejado de tener un carácter meramente instrumental, y es un brutal paridor de esclavos, dispensador de miserias, núcleo de un pseudocielo -el mercado- que sólo realiza una torpe imitación de los verdaderos bienes, los que no perecen y que sólo se adquieren desde un corazón humilde y pobre. Por eso se ha deificado al dinero, por eso o nos decidimos servir al Dios de la libertad y la vida, Dios Abba de nuestro Señor Jesucristo o nos volvemos dóciles siervos del ídolo falaz de las monedas y los billetes, de los números electrónicos que reniegan abiertamente del trabajo, de la salud, de la educación. Y si no hay ruptura, hay derrumbe de almas.

Y es menester rescatar en las profundidades de la enseñanza del Maestro la desmesura de la Gracia.
Frente al criterio de absolutismo pragmático y de mercantilismo militante, hemos de administrar la Gracia, la bondad y la solidaridad con esa impracticidad y esa maravillosa ilógica del amor y la compasión que hace amigos, redescubre hermanos, se acerca al prójimo y, por sobre todo, crea familia grande, administradores infieles a cualquier inhumanidad, fieles perpetuos en los pequeños gestos que nos humanizan)

Paz y Bien

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