Lo que debemos hacer



Para el día de hoy (19/08/13):  
Evangelio según San Mateo 19, 16-22




(Es extraño. Frente a la pregunta de cuales son los pasos a seguir para acceder a la vida eterna, Jesús de Nazareth menciona, como es lógico, los mandamientos; sin embargo, se detiene puntualmente en aquellos que refieren a nuestra relación con el prójimo. Y como culmen de ese seguimiento -el ser sus discípulos y sus hermanos- afirma que es menester desprenderse de todo en favor de los pobres, atesorando lo que no perece en el cielo, y ponerse en marcha tras sus pasos.

Es duro, muy duro, y es también un santo escándalo, como es de escandalosa la cruz, como es de controversial la Encarnación.

El Dios de Jesús de Nazareth es un Dios que por puro amor se ha hecho uno de nosotros, lo divino acampando entre lo humano y por quien lo humano se vuelve sagrado, principio de ternura y fé que expresa en primer lugar María de Nazareth. Por eso, desde el Maestro el centro de la fé se desplaza de ese enorme Templo de piedra de Jerusalem al prójimo -santo punto de encuentro- porque cada mujer y en cada hombre son templos vivos y latientes del Dios de la Vida, porque en ellos y en nosotros resplandece la imagen bondadosa de Aquel que no descansa por nuestra Salvación.

Porque el Dios de Nazareth es pobre entre pobres, el más pobre de todos. De todo se ha despojado, hasta de su propio Hijo, para que ninguno se pierda, y ese despojarse es puro amor.

¿Donde, entonces, rendiremos culto fiel a ese Dios de amor?
Ante todo y especialmente en el que sufre, en el que nada tiene, en el que agoniza en la miseria, en el que apenas conoce la supervivencia y para el que toda noticia es necesariamente mala. Aquí no hay interpretaciones ni exégesis...ni pauperomanías, como con tanta severidad se viene argumentando mediante rigurosos razonamientos.

-A veces nos gusta tener encendido veinticuatro horas, siete días a la semana, el detector de herejías, pero ha de primar la caridad y la verdad que nos hace libres-.

Como en el Evangelio para el día de hoy, nos duele y entristece renunciar a todo lo que poseemos en la búsqueda de los tesoros del Reino. Porque antes que en el cumplimiento de preceptos y normas, el Reino germina su semilla asombrosa en la tierra fértil de la misericordia y la compasión, y aquí no hay medias tintas ni ideologizaciones, ni acepciones religiosas. El prójimo se edifica saliendo en su búsqueda, pues all´encontraremos el rostro de Aquel que jamás renuncia a nosotros.
Y junto con lo material que nos agobia -el dinero, el consumo-, quizás también debamos vender todo aquello que nos ata, nos separa, todos esos criterios que nos ensombrecen la mirada y nos impiden descubrir en cada esquina al Cristo que está en cada hermano.)

Paz y Bien




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