María Magdalena, misionera del Resucitado



Para el día de hoy (22/07/13):  
Evangelio según San Juan 20, 1-3.11-18


(María de Magdala ha sido castigada y desmerecida a través de toda la historia. 
Ella está explícitamente mencionada en los Evangelios sinópticos y en el Evangelio de Juan, lo que realza su presencia relevante en la primera comunidad cristiana, especialmente durante los crueles hechos de la Pasión y como testigo privilegiada de la Resurrección.
A pesar de todo ello, su imagen ha sido distorsionada por la misma tradición de la Iglesia, que hasta el día de hoy se la reconoce de antemano como una prostituta redimida de sus pecados. Almas más aviesas han realizado -sin fundamentos históricos ni teológicos- un fabuloso negocio editorial, televisivo y cinematográfico.

Sin embargo, como comunidad cristiana, tenemos el mandato impostergable de la memoria viva.

De ella nos relatan los Evangelistas que padecía una seria enfermedad, probablemente de origen neurológico, y de la cual fué sanada por Jesús de Nazareth; en términos de la época, se aduce que el Señor la liberó de siete demonios que la tenían doblegada.
Además, cuando todos se escondieron presas del miedo y el fracaso aparente, ella se mantiene firme al pié de la cruz junto a la Madre del Maestro y a otras mujeres, y el razonamiento es sencillo: ella tenía un rol muy importante en esa Iglesia naciente, un rol que no pasaba desapercibido.

Aún así, la mayoría de los discípulos estaban presos de cierta misoginia imperante en esa cultura del siglo I, una cultura que minimizaba y menoscababa la importancia de la mujer.

Pero María Magdalena es permanencia amorosa junto a Jesús de Nazareth.

Por ese amor entrañable, ella espera contra toda esperanza, a pesar de que toda razón se le vuelve oscura y contraria. Ella permanece firme en los horrores de la Cruz, ella se encamina al alba hacia la búsqueda de donde reposan los restos del Maestro amado, y es precisamente ella quien descubre la maravillosa bisagra de la historia de la humanidad que significa esa tumba vacía. Porque permaneciendo -siendo fieles- acontecen los milagros.

Ella es ínfima, una nada, pero a la vez es enorme, crece y germina porque ama, porque con todo y a pesar de todo no se resigna y se permite el rescoldo de la esperanza.
Así ella, de la que poco puede esperarse, es decisiva en la vida nueva que se inaugura con la Resurrección del Maestro. Ella es misionera del Resucitado, ella es portavoz de la Buena Noticia para los discípulos agobiados, para convertirse y seguir adelante.

Como Iglesia, hemos dejado de prestar atención a todas las Magdalenas de este mundo. Pero a través de ellos, de los que no cuentan, de los mínimos, de las que nada esperamos, que la mejor de las noticias nos llega para renovarnos, para resucitar a la esperanza)

Paz y Bien

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