Cuando Cristo irrumpe


Domingo de la Divina Misericordia

Para el día de hoy (07/04/13):  
Evangelio según San Juan 20, 19-31


(Ante todo, una especial aseveración que despeje cualquier especulación torpe: los discípulos de Jesús estaban ocultos, a puertas cerradas, por temor a los dirigentes judíos, es decir, por miedo a los mismos que habían perseguido y condenado a muerte a su Maestro. Es decir, se trata de pescadores y campesinos judíos ocultos por temor a los sumos sacerdotes judíos. Es una cuestión de poder, de temor, de miedo presente antes que un presunto y mezquino espectro racial o religioso.

Están encerrados, puertas adentro del miedo y del espanto, tras muros de resignación y desánimo. Son ellos mismos los que se encerraron, los que clausuraron las entradas, los que tapiaron las ventanas para que entre el sol. De algún modo, ese recinto reproducía la quietud del sepulcro, tumba eficaz en donde la luz del sol no llega.
Es el primer día de la semana, día de una nueva creación, día en donde -con todo y a pesar de todo- todo será renovado y recreado desde la paz y la alegría.

Es que Jesús Resucitado irrumpe allí en donde campean miedo, desconcierto y resignación para que se abran puertas, ventanas y corazones. Ese Shalom es mucho más que un saludo, es Pascua que se instala para siempre en los corazones de aquellos que suponen que nada más ni nada nuevo es posible. Es Shalom inmenso que moviliza y renueva, que despierta mentes y corazones y que vuelve todo sepulcro habitáculo mortuorio inútil, es la Gracia que se derrama asombrosa e incontenible, es Espíritu de vida y plenitud para todos sin excepción que se traduce en el perdón que sana y reconstruye.

Tomás es el símbolo de quienes, por todas las miserias adquiridas, se alejan de la comunidad. Porque esas gentes sólo están ligados por el temor, nó por la fé, nó por el amor. De nada sirven la recriminación y las admoniciones, y a pesar de su incredulidad, Tomás nos cuenta otra realidad cierta: sólo la presencia del Resucitado recrea la comunidad, sólo la presencia del Resucitado les dá sentido al andar juntos, sólo la presencia viva de Jesús de Nazareth impulsa y acrecienta la fé.

Todos ellos se mantendrán unidos porque es Alguien quien los congrega, Alguien que es infinitamente más grande que sus razones, que habita en sus co-razones, un Cristo para el que puertas y ventanas cerradas no son impedimentos definitivos, un Cristo que irrumpirá siempre en nuestros temores para que la Iglesia -este grupo de mujeres y hombres portadores de mezquindades y temores- se convierta en comunidad y en signo cierto de perdón y Salvación, una comunidad que encuentra en los estigmas de sus hermanos las señales del Resucitado vivo y presente en medio de su pueblo)

Paz y Bien



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