Cristo, un rey extraño



Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo

Para el día de hoy (25/11/12):  
Evangelio según San Juan 18, 33b-37
 
(La escena se desarrolla en el pretorio, residencia en Jerusalem del procurador romano Poncio Pilatos. Allí es llevado el Maestro en la noche -de madrugada- para no despertar alborotos ni protestas entre el pueblo; lo llevan los dirigentes del sanedrín y la policía del Templo, con la sentencia de muerte encendida en sus rostros, con el odio incendiándoles el alma. La decisión de eliminarlo se justifica con el rótulo de blasfemia.
Es menester que lo lleven allí, pues la potestad de ejecutar condenados reposa en el ocupante imperial.

Al pretorio -ámbito pagano y por lo tanto impuro- los acusadores no ingresan; de hacerlo, sus rígidas normas los hubieran vuelto impuros y así se hubieran visto impedidos de celebrar la Pascua, Seder Pesaj.

El diálogo entre el Nazareno preso y el pretor tiene varios motivos; Pilatos, como autoridad del Imperio, es amo y señor en toda la Palestina vasalla. Sin embargo, su cargo no es perpetuo ni estable, está sometido al escrutinio constante del César que en él ha delegado temporalmente la autoridad. Por eso puede denotarse cierta preocupación en sus palabras, pues supone que ese galileo reivindica un reinado y una realeza contraria y rebelde a Roma, un subversivo peligroso. Pilatos desprecia a los acusadores de Jesús -hay cierto antisemitismo en su entonación- pero aún así teme que este asunto que tiene entre manos sea mucho más peligroso que una disputa religiosa judía.

Pero Pilatos, al igual que los sanedritas, está condicionado por su ideología y es esclavo de sus preconceptos. Jesús no vacila en afirmar su condición real, una realeza muy rara que confunde al romano. Éste asocia realeza con poder, corte y fuerzas militares, victorias resonantes y aniquilación del enemigo.

En ese recinto, el rabbí galileo maniatado y maldecido no es el verdadero prisionero.

Su reino no es mundano, no es cuestión de gloria y poderes vanos. Es un rey extraño que reinará en tanto prevalezca la verdad, la fraternidad, el servicio, el hacerse último para dar paso a todos los relegados y excluidos, un reinado donde florece la justicia porque sus raíces se crecen en las honduras de la verdad, un rey humilde, servidor de todos, cuya corte se compone de campesinos y pescadores y sus cohortes se componen de pecadores, prostitutas, leprosos y endemoniados.

Aún así, la maquinaria precisa e infernal de la cruz se alista. Es la cruz el mecanismo exacto utilizado por el Imperio para ejecutar a los criminales más abyectos, entre ellos, a los que se rebelan contra Roma.
Jesús de Nazareth morirá en la cruz despreciado por los dirigentes judíos pero ejecutado por los romanos a conciencia y de acuerdo a su derecho.

De alguna manera, aún hoy su reinado sigue siendo extraño para nosotros.
Nos cuesta horrores desprendernos de esos hambres de poder, de jerarquías, de gloria.
Y es necesario quizás que este Cristo manso y firme vuelva a reinar en nuestros corazones, para que la única verdad absoluta que es el amor de Dios prevalezca, que la vida se expanda plena y abundante para todos)

Paz y Bien



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