De bodas y brindis

Para el día de hoy (07/09/12):
Evangelio según San Lucas 5, 33-39


(La vida eternamente soñada para todas sus hijas e hijos por Dios es celebración y mesa compartida, es alegría que se respira y por la que se brinda.
Es una fiesta de bodas: en ella, los contrayentes -que se unen para que se expanda la vida- ansían compartir su felicidad con sus amigos, con sus seres más queridos.

En el tiempo de la Gracia y la Misericordia, el novio es Jesús el Cristo que estuvo, está y estará entre nosotros. No podemos dejar de celebrar su presencia aquí y ahora, con todo y a pesar de todo.

Es claro que no todo es fiesta, y todo tiene su tiempo. Habrá momentos de silencio, de penitencia, de ayuno solidario, de desprendimiento y soledad, y no está mal.
Los problemas comienzan cuando se desdibuja ese rostro sonriente de Dios con nosotros, y quedamos atrapados en una maraña de rígidas normas de rictus severo, de falsa reverencia, de seriedad en los rostros pero lejanía en los corazones. Y se llega al cruel extremo de imponer religiosas previsiones a los más pobres, y exigir ayuno y tristeza a quienes agonizan en hambre, en soledad y en silencio.

Si hemos sido creados y soñados para la celebración en mesa grande compartida, hemos de prepararnos para un brindis sincero con el mejor de los vinos, vides de misericordia, cepas del Evangelio.
Para beber ese vino -vino que es la preocupación constante de María de Nazareth-, es menester tener odres o barriles nuevos, que honren su nobleza.
Es imprescindible que transformemos estos odres que son nuestros corazones para volver a celebrar la maravillosa presencia de Dios con nosotros)

Paz y Bien

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