Las trampas del poder, los riesgos del servicio

Para el día de hoy (07/03/12):
Evangelio según San Mateo 20, 17-28

(Jesús sube a Jerusalem, y no es sólo una cuestión física o geográfica, sube a la Ciudad Santa a asumir el horror, el espanto de la tortura y la cruz, el desprecio máximo, el ser considerado blasfemo, delincuente abyecto, subversivo consumado. Aún cuando parece que en estos menesteres brutales la humanidad se repliega a la oscuridad, Él sube porque es su alma la que asciende a la expresión máxima del amor.
Con el Maestro van los Doce, y no tanto algunos discípulos más cercanos, quizás señalándonos que el camino de sus amigos, su comunidad, la Iglesia sea camino de sacrificio y entrega desde la mansedumbre para la vida de los demás.

Y la Pasión será cuestión de la humanidad, no un hecho acotado a Israel: por ello mismo el Maestro señala que será condenado a muerte por escribas y fariseos y que sus ejecutores serán paganos -romanos-, víctima pacífica de la torpe violencia imperial.

Pero la Pasión no está completa si no se comprende el rechazo de los suyos, de los que pretendidamente lo conocen, de los que en apariencia están cercanos: los discípulos reniegan de ese Mesías derrotado que ha de morir, están imbuidos por una teología de la gloria y el éxito, del imponerse sobre todo enemigo, de un Salvador con un poder terrenal y celestial absolutos.
Este Cristo no se condice con lo que ellos esperan, y quedará plasmado en el reclamo de la madre de los hermanos Santiago y Juan.

Sin embargo, aún en el error, es una madre que busca lo mejor para sus hijos. Por ello su pedido de gloria y prebendas para los hermanos Zebedeo. Es la misma ideología de jerarquías y renombres, de poder y privilegios que, aún hoy, sigue fuertemente enquistada en nuestras realidades.
Pero Jesús conoce el corazón de esa madre y no la reprende; se limita a mencionar apesadumbrado que no sabe lo que pide, y que ellos -Juan y Santiago- no han entendido nada.

Lógicamente, se desatan las furias entre los otros discípulos, y la causa es evidente: la madre de los Zebedeo se les ha adelantado a sus propias ansias. No hay nada más molesto que descubrir en el otro las propias miserias.

Pero el Maestro es tenaz, no se resigna al modo en que solemos hacerlo con frecuencia: por ello la contraposición, por ello el llamado a estar atentos a la seducción del poder. Los poderosos dominan y oprimen a las naciones en provecho propio; las hijas e hijos de Dios crecen y sus almas se agigantan cuando se vuelven servidores del prójimo, en exclusivo beneficio de los otros.

Él lo sabía muy bien, y desde niño: su Madre con toda justicia se sabía esclava del Señor, y por ese corazón la historia ha cambiado el rumbo hacia tiempos luminosos)

Paz y Bien

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