Del no morir jamás

Para el día de hoy (29/03/12):

Evangelio según San Juan 8, 51-59

(Nunca lo entenderían ni aceptarían un ápice de sus enseñanzas: estaban presos de sus estructuras mentales y preconceptos, además de ser esclavos de la literalidad, esa literalidad que es raíz de todo fundamentalismo.

Ese fundamentalismo es el que rechaza con violencia lo que no es propio en identidad y pertenencia, que reniega de toda novedad, que tiene encendido un perpetuo detector de demoníacas intervenciones y blasfemas acciones, pero que es totalmente inhábil a la hora de reconocer la acción de la Gracia, el paso de Dios en la historia de cada existencia.

Sus enemigos y detractores -los mismos que se esforzarán por conducirlo al cadalso- andan a ciegas en la superficialidad pantanosa y compleja de su mundo de normas y códigos de pureza e impureza, un dios manipulable y exclusivo de unos pocos.

El Maestro navega en las aguas profundas de la Gracia y la Misericordia; son posturas irreconciliables pues ellos nunca se animarán a avanzar en estas honduras, se regodearán y celebrarán la muerte de Jesús.

Son los mismos que a través de la historia celebran y aplauden cualquier muerte.

La vida eterna comienza en nuestro aquí y en nuestro ahora: por ello mismo, la existencia no quedará limitada a nuestra fragilidad biológica ni al escaso tiempo que nos toca vivir. Desde Aquél que es mucho más que un hecho histórico o una figura simpática podemos entrever y descubrir el rostro verdadero del Dios del Universo.

Él está mucho más allá de cualquier especulación racional, se lo comprende como camino de plenitud, de vida, de paz, de liberación, un Dios que sale a nuestro encuentro, el Creador que se hace tan cercano que acampa en cada corazón.

Allí se juega nuestra vida.

Por ello mismo, eso que entendemos por evangelización sea, en principio, no la pronunciación de sesudos discursos o profundas meditaciones, sino tal vez mostrar en cada gesto, en cada palabrá, en cada acción, en cada respirar el paso salvador de Dios en la historia junto a Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor)

Paz y Bien


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