Tiempo niño

Domingo Primero de Adviento


Para el día de hoy (27/11/11):
Evangelio según San Marcos 13, 33-37

(Según las diversas circunstancias por las que atraviesa la humanidad, en cada etapa social, cultural y política, la historia puede percibirse con diversos matices, y tristemente resultan a menudo tonos oscuros, sombríos, en donde abunda la noche cerrada.

Y esas noches se suelen extender a las honduras de cada corazón, y así pareciera que reina la tristeza y la soledad, ese dolor permanente que no puede desalojarse, esa desolación que persiste, esa melancolía que es rutina y costumbre.

Sin embargo, hay señales disponibles en la cerrazón para recuperar el rumbo. Y esas señales están disponibles para todos, superando los límites que solemos imponer de la religión misma.
Claro está en que no vamos a ingresar en la vereda rota del análisis psicológico torpe y superficial; no obstante, es dable suponer que en nuestra limitada humanidad nos aferremos al primer desecho que en apariencia no se sumerja, con tal de mantenernos a flote.
Aún así hay más, siempre hay más.

La eternidad se entreteje en la historia, y lo que se presentaba como final absoluto es en realidad comienzo expectante. Pero para ello, se nos vuelve ajeno el sentarnos a los umbrales para ver que sucede, espectadores cómodos sometidos al devenir pasivo de todo, perpetuos quejumbrosos de brazos cruzados adormecidos en la resignación.

Pero Dios no baja los brazos; a pesar de nuestros empeños en extraviarnos, siempre será ese Padre que no se conforma con esperar que regresemos, sino que sale en nuestra búsqueda, dispuesto a perecer para rescatar a cada hijo perdido.
Y es un desafío mayor pues no es imposición y es incondicional en su ternura.
Es la vida que está creciéndose en los más pequeños, en los pobres, en los que esperan contra toda esperanza en humildad y silencio, en las urgencias de un parto escondido al que no se le suele permitir espacio.

Es tiempo niño que transforma la noche en alba. Es tiempo de niños por un Niño que será todo en todos, y es menester despertarse de tanto lastre, relegar al olvido a tanto posadero egoísta y descuidado, a tanto Herodes envidioso y violento, y permitirnos la alegría de la vida que nos viene naciendo)

Paz y Bien

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