De la noche de la desidia a la luz de la esperanza

Para el día de hoy (06/11/11):
Evangelio según San Mateo 25, 1-13


(Durante demasiado tiempo hemos tenido el alma coaccionada bajo amenazas: amenazas de condenación respecto de un dios acechante, juez exacto y rapidísimo verdugo dispuesto a ejecutar las penas que nos correspondan por no haber cumplido con normas y mandamientos al pié de la letra. Este castigo está a las puertas de nuestras vidas terrenas, en un postrero final humano necesariamente desentendido del presente.

Pero todo esto se corresponde con construcciones religiosas muy crueles, que sospechamos poco y nada tienen que ver con Abbá Padre de Jesús y Padre Nuestro.
Esta construcción de la existencia supone la conformidad relacionada al cumplimiento de la liturgia dominical y de fiestas de guardar, una fé de puertas adentro que se desentiende de lo que sucede alrededor, que se escinde de lo que le pasa al otro, que se duerme en su comodidad. Es la desidia militante, es patear hacia adelante -a una posteridad post mortem- cualquier transformación, es la negación del otro, es renegar de esa cruz del aquí y ahora, es el individualismo de puertas adentro.

Jesús de Nazareth era aquel atrevido que sin siquiera pestañear. frente a los inmensos hachones del Templo, se animó a decir que Él es la luz del mundo.

El Resucitado está aquí, presente entre nosotros; por ello mismo la luz está y persiste y persevera aún en medio de nuestras noches más cerradas.
Todos y cada uno de nosotros -mujeres y hombres a menudo sometidos a la ventura de una vida poco humanizada- nos podemos encender e irradiar esa luz de esperanza que se expande y no se disipa, que se destella y resplandece por saber y creer que todo puede mejorar, que estamos creados y soñados para la fiesta y la celebración, todos, toda la humanidad, sin excepción.

Jesús de Nazareth es la Palabra de Dios que se ha encarnado, ese Dios Emmanuel, Dios con nosotros; es el tiempo santo de la Gracia, tiempo sagrado de Dios y el hombre y es menester no apagarse, no dormirse en falsas seguridades, en neutralidades vacuas y estériles.
La luz se acrecienta cuando tomamos partido y nos dejamos encender por esa luz que desaloja toda tiniebla opresiva y cerrada de estos arrabales de esa vida plena que solemos llamar cielo)

Paz y Bien

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