Sin pedir autorizaciones

Para el día de hoy (27/10/11):
Evangelio según San Lucas 13, 31-35


(El ambiente se estaba volviendo peligrosamente complejo.

Jesús no duda en enfrentar al poder religioso y al poder político -los cuales no estaban claramente delimitados-; por ello no debe sorprendernos que se le acerquen algunos fariseos con el aviso de que huya, de que se esconda pues su vida corre peligro al haber encendido las furias de Herodes, al que llama zorro no tanto por reconocerle ciertas habilidades e inteligencia política, sino más bien como término despectivo en contraposición con la figura aramea del león. Así minimiza el engrandecimiento del poder omnímodo y cruel que ejerce, porque a pesar de su brutalidad está destinado a perecer, al igual que lo están todos aquellos que se adueñan de voluntades y vidas ajenas invocando cualquier tipo de pretexto o autoridad.

Sin embargo, es dable suponer que no hay demasiadas buenas intenciones de parte de la secta farisea: se trata, en el mejor de los casos, de quitar a Jesús del medio ya sea ejerciendo la violencia o despertando sus miedos.

Aún así, el Maestro no se detendrá y seguirá decidido hacia esa Jerusalem que lo espera con una cruz hambrienta.
Él tiene una misión y se mantendrá fiel a ella hasta el final, hasta las últimas consecuencias; irá levantando a los caídos a su paso, curando a los enfermos, rescatando a los perdidos, liberando a los excluidos y curando toda dolencia.
Y como sabe que su misión es servicio, es la lluvia fresca de Gracia y bondad, no pedirá autorización a los poderosos: para hacer el bien no hay que pedir permiso a nadie.

Jesús de Nazareth, Cristo Emmanuel, Dios con nosotros, es el más humano de todos: injusto e ilógico es entonces presuponer que era inmune a cualquier tipo de angustias y temores.
La gran diferencia, lo que define su vida y toda existencia es la fidelidad)

Paz y Bien

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