Inversiones


Para el día de hoy (07/09/11):
Evangelio según San Lucas 6, 20-26

(Puede resultarnos extraño, causarnos cierta zozobra y algún dolor. Uno imagina las bienaventuranzas como sólo palabras de alegría, pero los ayes entrelazados que nos trae hoy el Evangelista Lucas se nos hacen una sinfonía perfecta, aunque de difícil audición y poco disfrute.

No es casual que el Maestro contraponga paradigmas de felicidad contra ayes de perdición; una lectura superficial y poco cordial nos indicaría presupuestos antitéticos, contraposiciones entre los hijos del Reino y los otros.
Quizás haya que buscar indicios y huellas de un modo más sencillo y profundo: en los ayes están los motivos y causas de aquellos que lloran y sufren, y a los que Jesús reivindica y sostiene desde un caudal de esperanza viva.
Más aún: no puede haber asunción propia de nuestra condición humana -quebradiza y frágil, es decir, limitada y pecadora- sino desde la perspectiva de esa increíble locura de amor que es la cruz.

Estamos habituados en nuestras comunidades a realizar actos solidarios que, por lo general, son políticamente correctos y no incomodan a los poderosos y acomodados.
Cuando el dolor, la pobreza, el hambre y el llanto de tantos nos empiece a doler hasta los huesos, cuando hagamos una inversión de valores decisiva y total desde esa cruz santa de milagros, cuando nos identifiquemos total y verazmente con los que languidecen a la vera del camino de la vida, necesariamente comenzarán las sospechas, la maledicencia, la infamia y el desprecio por su Nombre. Y no será grato descubrir que ello puede suceder especialmente en nuestra comunidad, entre los amigos y hasta en la propia familia.

Es claro que no hay que agregar ni una sola tilde ni un mínimo vocablo a la Palabra: ¿cómo hacer entonces para que no haya tantos ayes, para que florezca la esperanza, para que acontezca el Reino?

Asomará humilde un alba de justicia cuando aquellos que disfrutan riquezas de dinero, poder, capacidades y tiempo ocioso abren los ojos y lo ponen al servicio de los olvidados. Cuando haya gentes dispuestas a asumir la desnudez y la derrota de la cruz para que nadie más sufra. Cuando haya cada vez más intolerantes del hambre y la miseria, y que no se quedan en la queja. Cuando los que tienen la posibilidad de la risa y el buen humor se vuelvan capaces de llevarlos a todos aquellos que beben amarguras. Cuando los que nadan en el confort y las seguridades mundanas se animen a ir mar adentro en estos barquitos frágiles que somos.
Cuando todos y cada uno de nosotros dejemos de considerarnos importantes e imprescindibles y nos descentremos hacia el hermano.)

Paz y Bien


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