Nosotros los camellos


Para el día de hoy (16/08/11):
Evangelio según San Mateo 19, 23-30

(Dos tentaciones pueden acosarnos luego de sumergirnos en las aguas buenas de esta lectura: una, la de cierta tendencia al ascetismo y a la austeridad individuales. La otra, la de imaginar que el acceso al Reino es una cuestión post mortem.
En ambos casos, la frescura y la perpetua novedad de la Buena Noticia nos despejan de toda nube de mezquindad y conformismo pseudoreligioso.

En el corazón humano se enraizan esos males que nos aquejan: es claro que no se trata de realizar un juicio de valor sobre interpretaciones psicológicas, lecturas ideológicas o cuestionamientos morales. Sin embargo, hay un logos innegable y es que la riqueza y la opulencia de algunos es causa de la miseria de muchos.

Eso se traduce en el plano espiritual con el culto a ese falso ídolo que premia a ciertos elegidos con la prosperidad; de allí se concluye que nuestros hermanos sumidos en la pobreza sufren las consecuencias de una ignota maldición divina.

Pero todo es una cuestión de justicia expresada en la misericordia: no hay excusa válida para que las hijas y los hijos de Dios, la humanidad misma, pase hambre y sucumba a la falta de sustento y condiciones dignas de vida. Y debería dolernos hasta lo indecible.

Nada de esto nos es desconocido a quienes hemos sido bendecidos naciendo en estas tierras latinoamericanas que tanto amamos; más aún, cuando descubrimos estos dolores en esta Iglesia que a veces nos duele en los huesos.

En nuestros quebrantos y vaivenes -eso que solemos llamar pecado- también vemos con dolor este apego malsano a ese capitalismo espiritual de los disvalores, ese querer comprar con plegarias, fórmulas y promesas el favor divino.
Pero Aquél que jamás dejará de buscarnos vale mucho más que las treinta monedas de plata conque a menudo intentamos venderlo, y la noche absurda del desconsuelo se nos cierne en el horizonte de la existencia.

Entonces sí, con auxilio del Espíritu, quizás nos descubramos camellos felices pasando por increíbles ojos de aguja; la maravilla de salir a flote y navegar a pesar de todos los lastres que gustamos de ponernos torpemente al hombro, y que nos hunden.

Habrá que animarse a pasar por ese ojo que parece muy estrecho al Reino que está creciendo humilde y en silencio en el más acá del aquí y ahora.
Nada es imposible para Aquél que nos ama sin restricciones ni condiciones)

Paz y Bien


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