Mar abierto

Para el día de hoy (18/05/11):
Evangelio según San Juan 12, 44-50

(Jesús está plenamente identificado con el Padre, de tal modo que quien vé a Jesús, vé a Dios.
Jesús es Dios y Dios es Jesús, y es la luz perpetua de las naciones.

Así como las aguas del mar Rojo se abrieron dejando un camino seguro hacia la tierra prometida, camino de vida y liberación -Pascua de Israel-, así también la luz del Maestro escinde las aguas de la existencia humana.

Algo es evidente: cuando la luz sucede, su sola presencia hace que se disipen las tinieblas más cerradas, y todo -absolutamente todo- se muestra tal cual es.

Desde la luz quedan al descubierto nuestros quebrantos y fidelidades, nuestras miserias y nuestro poco o mucho coraje, nuestra pequeñez y esa eternidad que resplandece en nuestro interior -la imagen viva de Dios- y que nos hace sagrados, más allá de cualquier mérito.
Desde esas evidencias este rebaño que somos puede torcer el rumbo hacia mejores pastos, hacia los campos en donde nada perece, en donde late lo que vive para siempre

También esa luz abre otras aguas, el mar calmo del proyecto de Dios y el pantano de todo lo que se le opone.
Así entonces podemos hacer pié en las certezas santas, allí mismo en donde florezcan la solidaridad y la compasión, la justicia y la liberación, la alegría y la plenitud.

Basta abrir estos ojos ciegos que portamos, pues las evidencias están allí a la vista, tan contundentes e inconmovibles como la verdad misma.

El Maestro es la luz del mundo, una luz que no se apaga ni con la muerte misma, una luz que ha de pasar de mano en mano para que nadie habite en tinieblas y sombras)

Paz y Bien

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