Comunidades de paz y perdón, hogares de puertas abiertas

Para el día de hoy (01/05/11):
Evangelio según San Juan 20, 19-31

(Los discípulos tenían atrancadas las puertas de donde se encontraban: primaba en ellos la incertidumbre por la muerte de su Maestro, campeaba el miedo a lo que les pudiera pasar. El afuera se les hacía amenaza, y esto no es un hecho histórico puntual sino una realidad dolorosamente actual y presente: sabemos sobradamente las consecuencias de las puertas que cerramos por temor, por ignorancia, por exclusividad y exclusión, por el miedo a dejar pasar a los crucificados y llagados que están, ahora mismo, en nuestras calles.

Jesús el Nazareno, el Crucificado y Resucitado, maravillosamente irrumpe precisamente allí en donde se han atrancado las puertas, en donde ya no hay más espacios, y esto debería conmovernos hasta los cimientos, hacernos converger nuevamente hacia la mejor de las noticias: Jesús se hace presente y visible, tangible y vivo en medio de una comunidad cristiana de puertas abiertas, de ventanas que dejan pasar la luz.

El Resucitado es pura paciencia y ternura: a pesar de las cerrazones y reniegos, a pesar de infidelidades e incredulidades, no recrimina, no castiga: sus palabras son siempre palabras de paz y perdón, y esas palabras han de ser las nuestras.
El perdón que cura las heridas y devuelve la alegría.
La paz que construye un mundo nuevo, que edifica la justicia.

Posiblemente, encontremos a muchos Tomases a los que reprender en su porfía y su terquedad...
Pero hoy, animémonos por un momento a reivindicar a ese Tomás desconfiado y tenaz.
Ese Tomás capaz de no dejarse llevar por lo que le quieren imponer -pues la fé no se impone-, ese Tomás capaz de hundir sus manos en las llagas, en las heridas, en los estigmas de ese Cristo que vive y está presente, y desde allí reconocerlo como su Dios y Señor.

Con Tomás, roguemos que el Espíritu sople en nosotros la fuerza y el coraje que nos hagan abrir las puertas. Y desde allí, volvernos capaces de hundir nuestras manos en los estigmas de nuestros hermanos sufrientes, para descubrir allí a Jesús doliente que desaloja los sepulcros en la realidad de la Resurrección, comunidades que resucitan en señales de auxilio y esperanza, desde la paz y el perdón)

Paz y Bien

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