Del amor como amenaza

Para el día de hoy (16/04/11):
Evangelio según San Juan 11, 45-57

(Día tenebroso, día de sentencia: los dirigentes han decidido ejecutar a Jesús.
El Maestro se les ha vuelto decididamente peligroso, y es mejor borrarlo del mapa de una buena vez.

Había sanado enfermos, había multiplicado el pan para la multitud, las tinajas de agua tenían ahora vino nuevo de fiesta, los marginados y excluidos son recibidos como iguales, había anunciado la mejor de las noticias a los pobres.
Aún así no les bastaba, y Lázaro de Bethania vuelto a la vida es el signo contundente: Jesús debe morir.

Es que para los que detentan el poder el amor es una amenaza tan real y peligrosa, más grave que el más fuerte de los ejércitos enemigos: supone el fin de todo privilegio, de toda opresión, de todo aquello que es contrario a la vida -a Dios mismo- gratuita y generosamente.

Aquí es preciso hacer un alto, y lo deberían hacer muchos hermanos nuestros que sostienen impiadosamente las ideas de deicidio, de la culpa y del desprecio de nuestros hermanos mayores, los judíos.
Los que condenan a Jesús son un grupo de dirigentes que pretenden salvaguardar el status quo y la integridad social y religiosa de su pueblo...sin el pueblo. Esta es una constante que se repite a través de la historia con triste frecuencia, y es menester insistir en aquello del amor como amenaza, y que sólo pretende ser acallado mediante la violencia.
Suponen una pérdida de sus privilegios, el fin de su dominio sobre las gentes, el fin de su pequeño universo de poder y prebendas.
Suponen que muerto el perro se acaba la rabia, pero la nuestra es una rabia mansa que no hace daño y que perdura a pesar de la voluntad cruel de cualquier opresor.

Caifás -sin saberlo- lo expresa con palabras certeras: conviene que muera uno sólo por el pueblo.

Sólo uno morirá para que nadie más -entonces y hoy- deba morir, sólo uno morirá y será entonces el cadalso señal mayor del amor, despojado de horror y rictus funerario.

En el peregrinar de nuestras pequeñas existencias deberíamos preguntar si no pretendemos silenciar violentamente tantos signos de vida que el Padre de todos continuamente dejando a nuestro paso para que no nos perdamos.

Y desde allí sí, volvernos con decisión y sin miedo, mansamente peligrosos)

Paz y Bien

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