Atentos y despiertos servidores

Para el día de hoy (19/10/10):
Evangelio según San Lucas 12, 35-38

(El Maestro jamás reclamó para sí títulos ni rótulos.
Le bastaba con llamarse Hijo del Hombre: allí se definía su misión, su carácter y su corazón.

Él, totalmente hombre y totalmente Dios -Jesús es Dios y Dios es Jesús- es el más humano de todos. Tan humano y tan uno de nosotros, que es preciso desandar y desaprender todas aquellas cosas que nos han ido raspando nuestra humanidad más profunda, el sueño de ternura del Dios de la Vida, y caminar tras los pasos de Jesús.

Él mismo, en esa última cena -que en realidad es la primera de un tiempo nuevo- se ciñó su manto y se dispuso al más humilde de los servicios: lavó los pies de sus amigos como un esclavo, enseñando desde su entrega cuales son los pasos para la plenitud, para la felicidad, más allá de toda sombra ominosa que asome en cada horizonte, a pesar de toda crueldad de cruz.

Allí hay una llave/clave de la existencia: permanecer atentos a la necesidad del otro antes que a la propia. Salir de sí mismo al encuentro del otro -hacerse prójimo- desde la compasión y el servicio desinteresado, despertarse del sopor del confort y la comodidad.

Porque el Señor volverá, y hemos de estar preparados.
Más aún: Él volverá -y allí se cimenta nuestra esperanza- pero ya está volviendo.
En el rostro de los pobres, los excluidos, los oprimidos y muy especialmente, en la mirada de los niños.)

Paz y Bien




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo es que le veo a diario. En cada sonrisa y en cada mirada triste. En cada rayito de luz que entra por la ventana cada amnecer. Pienso: Ya estas aqui de nuevo con tu Luz...y doy gracias por darme el privilegio de verle.

Que Dios le bendiga y mil gracias por estos posts.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Querida Oceánida, es una Gracia leer tus palabras.
Nada más cierto, Él se nos muestra constantemente...quizás suceda que no querramos verlo, o que nos hayamos vuelto algo ciegos, especialmente a descubrirlo en la mirada del otro.
Un abrazo grande
Paz y Bien
Ricardo

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