María de la Merced, Madre de la Liberación



Nuestra Señora de la Merced

Para el día de hoy (24/09/10):

Evangelio según San Juan 19, 25-27

(Merced es otro modo de decir Misericordia.

El Maestro inauguró con colores eternos el Año de Gracia y Misericordia: la Buena Nueva se anuncia a los pobres, sucede la redención de los cautivos, la liberación de los oprimidos, los ciegos recuperan la vista...

Es tiempo de Gracia, de don, de regalo.
Tiempo de Merced, en las antípodas de todo interés egoísta y cálculo mezquino.
Tiempo de libertad ganada desde el amor y la entrega, pagada a precio de sangre...la de Jesús.

Nada ha de imponerse por la fuerza: Jesús ha iniciado de liberación un camino que otros, siguiendo sus mismos pasos, continúan.
Cuando acontece la liberación, cuando se rompen las cadenas de esclavitud -cualesquiera ellas fueran- es signo de que el Reino de Dios está presente entre nosotros.

Merced que por ventura de la misma esencia del Creador, ese Amor entrañable de Padre y Madre, es extensiva a toda la humanidad sin distinción.

María no es ajena, ni una bella figura ornada, ni mucho menos, espectadora pasiva.
Todo lo contrario: como Madre, hermana y discípula, Ella es protagonista de la Redención.

Como muchacha pobre de su pueblo, cantó abiertamente al Dios Magnífico que se fijó en su pequeñez, el Dios que se hace Misericordia/Merced de generación en generación, el Dios que exalta a los humildes, que colma de bienes a los hambrientos, que rechaza a los ricos y soberbios, que derriba a los poderosos de sus tronos.

Mujer del Sí con la vida creciéndose en su seno, acude presurosa a auxiliar una necesidad, sin importar su gravidez ni sus pies descalzos: en Ain Karem esa visita es signo cierto de que Dios es Misericordia y hay que cantar con voz fuerte su justicia.

María emigrante, pasos dolidos del exilio protegiendo al Niño de la Salvación.

Madre de mirada atenta, que comparte la fiesta de sus hijos pero está pendiente de que no se agote el vino de la alegría.

Mujer de corazón atravesado por una espada de dolor, pero sin doblegarse ante esa cruz que devora en su crueldad al Hijo de sus entrañas que es también su Dios y Señor.
Allí se hace Madre de todas las hermanas y hermanos de ese Hijo crucificado, mujeres y hombres flagelados por las cautividades y opresiones que se vuelven más refinadas y diversas con el tiempo.

Tenemos esa increíble certeza: una Madre no es indiferente al dolor de sus hijos, más cuando ellos se encuentran oprimidos o privados de ser libres por cárceles impuestas a pesar de su inocencia...

¿Qué no hará una Madre por esos hijos desfallecientes?

Hace ocho siglos impulsó a unos locos hermanos nuestros - mi querido Pedro y sus compañeros - en esa tarea santa de redimir a las hijas e hijos de Dios de toda esclavitud. Por eso entre sus manos orantes hay eslabones rotos de tantas cadenas.

María de la Merced, Madre de la Liberación.

Para mis hermanos mercedarios y para este insignificante escritor, en este día celebramos realmente el Día de la Madre y festejamos -a pesar de tanto dolor- que no hay nada más valioso que la libertad que Cristo ha ganado para toda la humanidad.)

Paz y Bien




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa reflexión gracias,es verdad que madre olvida a sus hijos que maria nuestra madre nos ayude a ser como ella y tomado de su mano nos lleve hacia El un abrazo en Cristo Jesús y feliz dia de la virgen de la mercedes

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Feliz día -aunque un poco tarde también- para tí también, Lourdes.
Ella sigue acompañando cada uno de nuestros pasos en nuesto encuentro con su Hijo
Un abrazo en Cristo y María de la Merced
Paz y Bien
Ricardo

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