Los propietarios del Reino, los docentes de los adultos

Para el día de hoy (14/08/10):
Evangelio según San Mateo 19, 13-15

(No querían que los niños se acercaran a Jesús.
En aquellos tiempos los niños -y sus madres también- estaban clasificados como impuros: si tocaban a Jesús, automáticamente lo volvían impuro a Él mismo, y con ello, le impedían cualquier tipo de contacto con el resto de la comunidad.
Seguramente también, había algo de esa mentalidad habitual del ¡shhhh!; no fuera a ser que la bulla que seguramente traían los niños -vida maravillosamente efervescente- quebrara una solemnidad pretendida que tenía mucho de cartón y poco de corazón.

Al Maestro poco le importaban las consecuencias, y mucho menos el qué dirán. Pero el fundamento de su transgresión se descubre en su Padre: el Dios del Universo revelado como Abbá trastoca todo preconcepto y es clamor a superar toda desigualdad y exclusión desde la fraternidad.

Y más aún. Siempre hay más.
De los niños y de los que son como niños es el Reino de los Cielos. Jesús taxativamente declara la identidad de los adjudicatarios del don mayor de Dios, y en esa declaración hay una clara toma de posición.
Abiertamente se pone del lado de los pequeños.

Y desde esa vereda, nos mira a los ojos en silencio, y esa mirada... debería hacernos volver a la escuela, y comenzar a desaprender de una buena vez muchas cosas.

Porque el Reino les pertenece a los niños y a los que son como ellos y por esa causa, hay que presentar batalla a todo orgullo y a toda soberbia enquistada y poner el alma en disposición de aprender. Los niños son nuestros docentes, hay que hacerles caso y hay que prestarles mucha atención.

Reconocerse dependientes de los demás.
Recuperar los ojos capaces de asombro.
Alegrarse nuevamente frente a lo que se nos regala.
Descubrirnos frágiles y pequeños -hasta el más duro, desde la más estoica-: nuestras vidas son quebradizas y volátiles si no están sostenidas en las manos de Dios Padre y Madre.
Tener la capacidad y la apertura a lo nuevo, a lo maravillosamente novedoso y bueno del Reino.

Nos hemos vuelto quizás demasiado adultos, tristemente maduros y hay que volver a la pureza de la niñez que confía en la bondad de su Papá)

Paz y Bien



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