Tierra que late, escucha y comprensión

Para el día de hoy (23/07/10):
Evangelio según San Mateo 13, 18-23

(Jesús, el Emmanuel -Dios con nosotros- ha inaugurado el tiempo nuevo de la Salvación; ese tiempo está signado por la Gracia, es ciertamente la Nueva Alianza, una Alianza tan especial e increíble por la que Dios, al hacerse uno de nosotros en Jesús, se une íntima y definitivamente con la humanidad.
Por ello, la Resurrección es un triunfo de Dios y del hombre a la vez.
Por ello, el Reino de Dios tiene por color que lo distingue el aquí y el ahora: el Reino creciendo en el silencio profundo de los corazones y se despliega en la historia a través de las mujeres y los hombres de buena voluntad.

Así entonces la enseñanza del Maestro en el Evangelio para el día de hoy.
La Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva que tiene una fuerza imparable y transforma la existencia cuando hay un alma dispuesta a la escucha y a la comprensión.

Y porque es el tiempo de Dios y el hombre, esa semilla-Palabra -para germinar, crecer y dar frutos abundantes- requiere de almas de tierra fértil, tierra latiente, almas de humus sagrado.

Puede que andemos necesitados de renovar el terreno, que se nos pase el arado pues, tal vez, mucha piedra y mucha cizaña nos estén impidiendo una buena cosecha.
Está claro que el pase del arado se nos vuelva cosa dolorosa, pero es necesaria.

Quizás el arado de la escucha y la comprensión implique renunciar alegremente a esfuerzos vanos de poner en primer lugar un entendimiento que quede solamente en la razón, en lo intelectual; allí estamos frente a una máquina expendedora de muchas palabras... y negamos así a la Palabra.

Entonces, con el auxilio del Espíritu que renueva la faz de la tierra, se nos haga urgente e imprescindible descubrir que la escucha es ante todo hacer un silencio fecundo, permitir y permitirnos que la Palabra nos transforme.
Que sea una experiencia vital, tan pero tan especial que cada día se nos haga Nueva y la descubramos Buena a esa semilla que, si queremos, crecerá y nos asombrará por su fuerza escondida.

Tierra latiente, tierra andante, tierra fértil: nada más que eso y todo eso, de la mano del Dueño del campo, aquel que logra el mejor de los trigos, el que tiene destino de pan para los hermanos)

Paz y Bien

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