Los pequeños ladrillos del Reino

Para el día de hoy (12/07/10):
Evangelio según San Mateo 10, 34-11, 1

(Sucede algo extraño: el Reino que predica este Rabbí galileo trasunta irracionalidad, paradojas y situaciones impensadas.

Ese tal Jesús se muestra como motivo de disenso y contradicción: su Palabra es una espada muy afilada. Esa Palabra -cuando es vivida- se vuelve motivo de enfrentamiento y discusión.
Este hombre ha venido a decirnos en pleno rostro que para ser dignos de Él ¿hay que romper lazos familiares? ¿Hay que renunciar a la propia vida?

En esa lógica podemos quedar atrapados si no miramos con su mirada.
Porque si la Palabra es filosa y cortante, quizás sea preciso suplicar que nos pegue un buen tajo...

De tal modo que no amemos sólo a los que estamos ligados por vínculos familiares y sanguíneos, sino que podamos amar más allá de lo evidente y cotidiano, es decir, hacernos prójimo/próximo del otro, amar al otro como si fuera mi padre o mi madre... especialmente si el otro es mi enemigo que busca hacerme daño, que se empeña en mi destrucción.

Magnífica locura que a ojos mundanos se hace tragedia; sin embargo, renunciar a la propia vida para que el otro viva, significa que la vida se expande, se acrecienta, se vuelve grata por el desinterés de la donación.

Más aún: no se nos pide volvernos como Él, sino antes bien que Jesús se identifica con nosotros.
Suele suceder que nos volvemos faraónicos hacedores y ampulosos proyectistas de acciones que podemos hacer por Dios, por la Iglesia, por los necesitados... y quizás olvidamos que el primer paso le pertenece, que Él quiere lavarnos los pies, que Él se identifica con nosotros.

En la lógica irracional y eterna de la Misericordia, el Reino crece y se edifica fuerte con ladrillos pequeños. Cuanto más pequeños son los ladrillos, más se acrecienta ese hogar con habitaciones para todos, en donde todos son únicos, sagrados e irrepetibles.

El Reino comienza con pequeños ladrillos, tan pequeños como un simple vaso de agua que se ofrece para calmar la sed.

Para la vida diaria: el Reino florece en los pequeños gestos de respeto, cortesía, tolerancia, buen humor)

Paz y Bien

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