Mujer sin hogar, Madre en la casa de los hijos

María, Madre de la Iglesia

Para el día de hoy (24/05/10):

Evangelio según San Juan 19, 25-27

(Dios no se reserva nada para sí; Dios es Amor, donación y entrega pura y total.

Jesús, Dios con nosotros, agonizaba en el patíbulo romano; su sufrimiento es atroz.

Como todo hombre, como cualquiera de nosotros, en el borde de su existencia se aferraría a su Madre, última tierra firme.

Pero este galileo, tan hombre como nosotros, es un hombre extraño.
En el límite mismo de su vida, anegado por el dolor se desprende de su Madre.

Dios mismo hecho don, ofrece todo su ser y lo que le dá identidad entre nosotros: ni siquiera se reserva a su Madre.

Y Ella.
Lo sabemos, siempre ha sido fiel. Desde aquel día en la polvorienta aldea nazarena, en casa de Isabel con su Niño creciéndose en su interior, en el parto difícil y escondido en Belén, en las penurias del exilio egipcio, en la angustia y la incertidumbre del hijo perdido en las calles de Jerusalem y encntrado en el Templo, al pié de esa cruz que la quiebra pero no la doblega.

Esa Mujer se hace Madre por regalo del Hijo.
Y esa Mujer no tiene casa propia...

Su hogar será desde ese momento en adelante la casa en donde estén los hijos, la casa en donde ellos habiten, la casa adonde ellos la lleven.

Por eso cuando ese Dios se hace don, viento y fuego, Ella estaba en la casa de esos hijos temerosos, reunidos en la oración.

Allí se hace Madre de la familia naciente que llamamos Iglesia.

Y sigue en búsqueda de hogar, incansable y tenaz por su corazón tan grande.

Espera en los umbrales de nuestros hogares, a las puertas de nuestras almas que le abramos la puerta.

Sólo quiere ser Madre, cuidarnos y criarnos, y entre sus manos juntas orantes estamos todos y cada uno de nosotros, templos vivos de ese Dios que es su Hijo, su Maestro y su Señor)

Paz y Bien

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