La propia historia

Para el día de hoy (22/05/10)
Evangelio según San Juan 21, 20-25

(Las comparaciones entre hermanos son nocivas, tóxicas, y estériles.
Por eso, en el Evangelio de hoy podemos percibir la dureza de las palabras del Maestro para con Pedro.

Cada llamado, cada vocación, cada camino al que nos invita es único, intransferible e irrepetible, cada historia personal que se teje con el Espíritu del Resucitado tiene el mismo valor en el Sagrado Corazón de Jesús.

Nosotros somos los que sumamos o restamos valor o importancia.

Del más grande al más pequeño, cada uno con mayor o menor responsabilidad, es igualmente amado por Jesús y es cada uno insustituíble ante sus ojos.
Pues ha venido para que ninguno se pierda.

Y ese discípulo amado -algo misterioso, y que la tradición identifica con el Evangelista San Juan- vive hoy, está presente en nuestros días, ha atravesado por la huella del Maestro toda la historia.

Ella y él, ellos que desde el silencio son enteramente libres de todo interés y preocupación por rótulos, prestigios y cargos, son felices y plenos anunciando la Buena Noticia desde el servicio.
Ellos, que están visibles y escondidos a la vez en nuestras comunidades, entre nuestros vecinos, en las calles, jamás morirán tal como nos sugiere la Palabra.

Pues quien ha hecho vida la Palabra por la fé y el amor no muere jamás.

Una última consideración: esa historia que cada uno posee, y que es fruto de lo que vá tejiendo en unión con el Espíritu está íntimamente asociada a lo que se nos dice hoy en la Palabra: no han sido relatados y consignados todos los hechos que Jesús ha hecho en los Evangelios, y ésto no refiere sólo a aquello que llamamos economía de la Salvación.

Quizás apunta a que es tan insondable el misterio de Jesús, que por lo mismo es inagotable, jamás se acaba.

Así sean nuestras vidas, plenas del misterio del Resucitado, desde la humildad y el silencio)

Paz y Bien

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