Una Palabra que libera

Para el día de hoy (24/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 31-42

(Suele suceder que la pregunta planteada es errónea y falaz: no se trata tanto de ser libres de qué sino más bien de inquirir/se el libres para qué...

La auténtica liberación es el paso de la servidumbre al servicio.

Se podrán esgrimir muchas excusas, declamar justificaciones -praxis de izquierdas, pertenezco a la Iglesia, soy hijo de Abrahám, no soy esclavo de nada ni nadie-.

Pero la libertad comienza por la disipación de toda tiniebla que tiende su cerco al corazón e impide que vaya creciéndose como árbol frutal la Palabra de Dios.

Las tinieblas de muerte -que son producto de eso que llamamos pecado- ceden su cerco de modo inmediato cuando surge con toda su fuerza la luz de la Verdad.

Y la Verdad es que no somos Mesías ni Maestros, ni amos ni esclavos: somo hijas e hijos de un Dios que nos ama hasta las últimas consecuencias, y que de un modo maravilloso -con nuestras miserias y ruindades- cree en nosotros. Por ese mismo amor somos llamados a ser discípulos de Jesús, hermano y Señor nuestro.

No se trata de la acumulación de méritos ni de esa soberbia disfrazada que impetra lo que uno puede hacer por Dios -o por Cristo, o por la verdad, o por la Iglesia-... Se trata ante todo de redescubrir cuales son las maravillas que Dios hace por nosotros cada día de nuestras vidas.

Y cantarlo sin miedo, como lo canto María.

Esa es la libertad de los hijos: la libertad regalada -¡Gracia!- por Dios, Padre y Madre, a través de su Hijo que nunca dejará de llevarnos de la mano)

Paz y Bien



2 comentarios:

Angelo dijo...

Me alegra que compartamos la misma actitud en la fotografía. Brazos abiertos en símolo de libertad. Esta libertad que nos da ser hijos de Dios. Un abrazo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Hasta en cosas como estas podemos descubrir el inmenso misterio de la comunión de los hermanos.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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