Desproporción

Para el día de hoy (09/03/10)
Evangelio según San Mateo 18, 21-35

(Es muy difícil el perdón; muchas heridas recibidas continúan doliendo y sangrando por largo tiempo y el recuerdo de lo sucedido se nos hace un obstáculo insalvable en apariencia.

El Maestro, frente al planteo de Pedro -que es el mismo que nosotros podríamos hacer- descubre la desproporción del Reino: se debe perdonar al hermano que me hace daño no hasta siete veces según pautaban las costumbres, sino se debe ir mucho más allá.
Se debe perdonar setenta veces siete, setenta veces siempre; no debe haber medida ni límite para el perdón y la reconciliación.

Y para enseñarles/enseñarnos, Jesús narra la parábola del perdón ilimitado.
Vislumbramos a un súbdito que debía a su rey diez mil talentos.
-para hacernos una idea de la magnitud de esta deuda, diez mil talentos de oro equivalen a...¡ciento sesenta y cuatro toneladas de oro!-
La deuda es enorme, y el destino previsto para el deudor era terrible. Aún así, el acreedor se compadece frente al pedido de clemencia del que debe, y condona su deuda, dejándolo ir en paz.
Sin embargo, el deudor no ejerce la misma compasión con otro súbdito del mismo rey que, a su vez, le debía una suma de dinero no demasiado importante, y ejerce sobre él violencias, dejándolo prisionero y generando una gran tristeza en todos sus compañeros...

Es una metáfora perfecta de nuestras vidas, y pinta los colores del cómo debe ser la comunidad reunida en torno de Jesús.

No por no ofendernos ni sentirnos heridos somos capaces de perdonar: lo somos porque un Dios Misericordioso derrama sobre nosotros, como una lluvia que alivia el calor abrasante su perdón.
Descubriéndonos perdonados podremos perdonar, y así se lo decimos a Abbá Padre de Jesús y Padre Nuestro.

Cuando no hay perdón y reconciliación, hay muerte, pues se mata en nuestro corazón al otro que es, como cada uno de nosotros, hijo de Dios y como tal, hermano.

Pero cuando el perdón sucede, resurge como un torrente la vida y la libertad.
Porque el perdón es causa primera y especial de la salud, señoras y señores.

Que el Espíritu nos vuelva generosos y desproporcionados, maravillosamente generosos en la búsqueda del reencuentro y la vida plena, como lo hace a cada minuto Aquél que no ha vacilado en entregar a su propio Hijo por nuestra liberación)

Paz y Bien


4 comentarios:

Ely dijo...

Pensaba en todo el camino recorrido… y se hizo un segundo desde el primer gesto de amor….
Esa primera vez…caminando de la mano…y así hasta hoy. Y sé, que no hubiéramos dado el primer paso, si no sintiéramos el profundo milagro que es poner nuestras vidas en sus manos, El, que sabía nuestros tiempos y luchas, y así nos reunió.
Hoy como ese 9 /3 /91 vuelvo a ofrecerte esta nada, que sabes transformar tan bien …
Y este corazón que solo lo complementa el tuyo.
Sigamos caminando…
Te amo…
Con Xto, por Xto y para Xto.
Paz y Bien
Ely.

Teresa dijo...

Dios no nos pide nada que no haya hecho Él previamente por nosotros.

Para perdonar hemos de sabernos perdonados de antemano. Para amar hemos de sabernos profundamente amados.

Así es su amor por nosotros, tan grande que nos conmueve. ¿No es maravilloso?.

Un abrazo.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Vos sabés, yo debería haber muerto en setiembre pasado. En cierto modo, uno es como niño que cree que su papá es indestructible, hasta que descubre la realidad; y papá se fué, y yo me hubiera ido con él.
Pero estoy vivo por la infinita Misericordia de Dios, por Fernando, por Gonzalo y especialmente por vos.
El Espíritu nos regala dones, que cada uno de nosotros debe cuidar y acrecentar; a vos te regaló manos que prolongan la vida.
Por eso, todos estos años maravillosos que tenemos juntos tienen un color único, el del amor, y una constante: mi vida estuvo, está y estará en tus manos, que son signo de las de Él.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Estimada Teresa, ante todo muchísimas gracias por los valiosos testimonios que regalas con tanta generosidad; y en eso que dices, se expresa todo aquello que conocemos por Salvación: que Dios nos quiere hasta las últimas consecuencias, aún cuando le damos la espalda, aún cuando a veces no queremos ver todo lo que Él ha hecho por nosotros.
Porque siempre los primeros pasos y las primeras intenciones le pertenecen.
Un abrazo fraterno en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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