Con el corazón en nuestras miserias

Para el día de hoy (01/03/10)
Evangelio según San Lucas 6, 36-38

(Jesús expresa la Buena Noticia revelando -quitando los velos- la verdad primordial: Dios es Padre y Madre y es misericordioso.

Misericordia: literalmente significa corazón en la miseria.

Dios es misericordioso, es ternura infinita, es su Sagrado Corazón puesto en las miserias de sus hijas e hijos, buenos y malos, santos y pecadores, en todos por igual.
Esa misericordia se nos revela en Jesús, su Hijo amado: Dios ha bajado, se ha hecho uno de nosotros.
Es compasión: comparte las pasiones, el sufrimiento de los suyos.

Todo se transforma y transfigura cuando se lee la historia de la humanidad desde la misericordia de Dios.

Y la experiencia de Dios Misericordioso es la puerta abierta y la invitación a transformar nuestra vida.
Como pequeños seres, limitados y pecadores, nos volvemos mendigos de unas migajas de perdón... y el Dios de la Vida derrama sobre nosotros canastos llenos de su Amor, de manera ilimitada, abundante, increíble.

Siempre es muchísimo más de lo que podemos esperar o imaginar.

Y si todo se transforma, ya no será la vida regida por un obrar condicionado a lo que recibamos del otro.
El amor -Dios mismo- es incondicional, busca el bien del otro sin importar si es bueno o malo, si es amigo o encarnizado enemigo, al extremo de la enseñanza del Maestro: amar a los enemigos y bendecir a los que nos maldicen.

La gran tarea interior para esta Cuaresma está en descubrir-nos, desde lo que el Maestro nos enseña, como expresamos en la vida diaria esa misericordia que Dios nos regala sin pedir nada a cambio, pura gratuidad, Gracia!

No juzgando al otro, soberbia que se traduce en ponerse uno mismo como medida de todas las cosas; es la negación de ese Dios Misericordia.

No condenando al otro, que es esa misma soberbia expresada en voz alta; Dios comparte nuestros sufrimientos, se compadece y a pesar del tamaño de nuestras miserias, nos perdona.

Dar: el dar primero no está acotado cuantitativamente, sino es ante todo la actitud del dar-se, es la disposición a la donación para el bien del otro, comenzando por la propia vida.

Ese Dios que nos ama sin límite ha desechado todo juicio y condena: la medida, el juicio, el castigo ha quedado en nuestras manos... Quizás haya que mirar y volver a ver la existencia desde la perspectiva del perdón y la misericordia de Dios y nó desde un juicio, una condena y un castigo finales que son consecuencias de las propias mezquindades y no reflejan la esencia amorosa de ese Dios que nos ha creado y criado.

Dios ha puesto su corazón en nuestras miserias; es hora de volver a su casa y a la casa en común que tenemos con quien nos hemos enemistado y distanciado.

Dios es Misericordia y con María cantemos su amor y su justicia)

Paz y Bien

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