Cargar la cruz: compasión y compromiso

Para el día de hoy (18/02/10)
Evangelio según San Lucas 9, 22-25

(Jesús hace el primer anuncio de su Pasión.

Rompe esquemas preconcebidos y confunde especulaciones religiosas oficiales: nadie puede racionalmente aceptar a un Mesías Servidor, capaz de humillarse y aceptar la prisión, la tortura y la cruz, sobre todo la cruz.

Escándalo para los judíos que esperaban un Mesías glorioso, un Rey que liberara a Israel de la bota romana.
Locura para los paganos -en este caso, los helénicos- que no pueden aceptar la Pasión en su estricta dependencia de la lógica y la razón.

No hay que perder de vista algo primordial -ni en este tiempo de silencio y reconciliación que llamamos Cuaresma ni nunca-: la cruz es el método de ejecución del Imperio Romano especialmente preparado para los criminales marginales.

A esa cruz se dirije Jesús, y allí invita a sus discípulos, a los Doce y a nosotros.
Nada fácil: cargar la cruz y seguirlo implica aceptar, desde el vamos, la marginalidad y el desprecio, hasta una muerte vindicada como deshonrosa y humillante.

Pero es un tiempo nuevo... ya nada será igual porque está entre nosotros creciendo firme y en silencio el Reino de la Gracia y la Misericordia.

Jesús asume la cruz porque es fiel hasta las últimas consecuencias en el compromiso de anunciar la Buena Noticia de que Dios nos quiere a todos por igual. Y nos invita a seguirlo.

Por ello, la cruz no debe ser entendida como símbolo de dolor y muerte: antes bien, la cruz es símbolo de entrega y compromiso con la vida de los demás, es decir, la cruz es símbolo de amor.

Escándalo para unos, locura para otros, símbolo de muerte para muchos, es la invitación del Maestro a cada uno de nosotros en esta Cuaresma.

Y no se trata de llevar al hombro solamente la cruz de los propios dolores, miserias y pecados tras sus pasos.

Jesús camina sin vacilar hacia su Pasión, que precede a la puerta abierta de la Resurrección.

Nos invita a compartir su Pasión: com - pasión.

Cargar la cruz y seguir sus pasos ha de ser también llevar al hombro el dolor de tantas hermanas y hermanos que sufren, libremente y por pura gratuidad.

Maravilloso escándalo y magnífica locura en la que no faltará algún Cireneo que nos ayude si flaqueamos: nos sostiene y ayuda en la carga el Espíritu de Aquél que nunca nos abandonará, aún cuando estemos tentados en estos desiertos a abandonar todo)

Paz y Bien

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