De la utopía a la liberación, desde la esperanza y la compasión

Para el día de hoy (09/12/09):
Evangelio según San Mateo 11, 28-30

(Lo sabemos, hay muchas formas y modos de oprimir al ser humano, de vestirlo con trajes hechos de hormigón, de atenazar su alma con reglas, normas y códigos que por lo general son predicados e impuestos por unos pocos para muchos -y que son de observancia obligatoria y estricta para los demás-.

Sistemas, ideologías, religiones actúan de cancerberos de mujeres y hombres a través de la historia.
Como el pueblo de Israel, como muchos pueblos, nosotros también tenemos sueños.
Sueños de justicia y liberación, clamor constante al Dios de la Vida que nunca es desoído.

El Magnífico Dios del que María cantó su justicia y su preferencia por los humildes, no deja solos a los que sufren.
Vino al rescate de los perdidos haciéndose uno de ellos, un Niño que será hermano de todos.

Vino, viene y volverá, y allí está nuestra esperanza.

Él es nuestro alivio y nuestro descanso, su carga es tan increíble que no agobia, es carga que nos hace ir más ligeros.

Es claro que cada uno tiene sus diferencias y sus particularidades: el vaso de agua de alguno puede ser la inundación de otro... Aún así, nuestra justicia y nuestra paz están y vienen con el Maestro.

La Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva, por eso hay más, siempre hay más.
Es tiempo del advenimiento del Esperado, del Dios con nosotros, del que nos quitará todas las cargas; es tiempo también de ir avisando al hermano agobiado que nuestra liberación está a las puertas de su vida, desde la compasión, compartiendo el dolor.

Puede que nosotros mismos no podamos siquiera portar las propias miserias... Sin embargo, siempre se puede dar una mano, siempre puede haber una palabra que cure, un alma dispuesta a la escucha, un hombro en donde reposen los que lloran, una mano capaz de un abrazo.
Allí comienza la liberación)

Paz y Bien

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