No, Señor, tu Reino no es de este mundo

Jesucristo, Rey del Universo

Para el día de hoy (22/11/09):

Evangelio según San Juan 18, 33-37

(No, Señor, tu Reino no es de este mundo.

Un mundo que rinde culto y devoción al dinero que se acumula en cantidades descomunales para unos pocos, y cultiva con paciencia y dedicación a multitudes de esclavos.
Sin embargo, para vos la que más ha dado es la viuda pobre, con sus dos moneditas, y es preciso hacer acumulación de actos de desprendimiento.

No, Señor, tu Reino no es de este mundo.

Un mundo que sabe de la exclusividad de los poderosos, de las cortes de personajes importantes que se difunden por los medios.
Sin embargo, tu corte real está compuesta por marginados y marginales, gustas sentar a tu mesa a los despreciados del lugar, a los ignorados, la los que nadie considera.

No, Señor, tu Reino no es de este mundo.

Un mundo que que confía en la fuerza de sus ejércitos, en el poder de sus armas, en la aniquilación de sus enemigos.
Sin embargo, en tu Reino no hay mayor poder que el de la Cruz, el del sacrificio, el de la entrega.

No, Señor, tu Reino no es de este mundo.

Un mundo que divide las aguas entre ganadores y perdedores, que se apasiona por el éxito y sólo el éxito y el score.
Sin embargo, tu mayor victoria implica una derrota de espanto y una tumba vacía.

No, Señor, tu Reino no es de este mundo.

Un mundo atado a la pompa y al boato, a las coronas de joyas, a la pertenencia exclusiva de algunos, que construye Iglesias estratificadas en el poder, para unos pocos.
Sin embargo, tu corona sólo tiene espinas, y a los tuyos no los llamas fieles sino amigos y familia.
Tu Reino no es de unos pocos, no tenés otro pasaporte que el de la caridad, tu justicia no se delimita en cortes tribunalicias sino en anteponer el bien del otro al propio egoísmo, en tu Reino los pobres no son tales sino los primeros, y para colmo, los llamas felices.

No, Señor, tu Reino no es de este mundo, y te rogamos que tu Reino siga viniendo porque yá está entre nosotros.
Vá creciendo en silencio, desde abajo y muy callado, con la certeza de la semilla, con la seguridad de la levadura.

Señor, que a tu Reino del más allá lo hagamos presente en el más acá tal y como vos querías.
Señor, vení a reinar en nuestras almas.
Amén)

Paz y Bien

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