Descubrir al Mesías en su cercanía e intimidad


Para el día de hoy (25/09/09):
Evangelio según San Lucas 9, 18-22

(Jesús recorría pueblos y caminos, sanaba enfermos, anunciaba la Buena Noticia del Padre y del Reino de los Cielos, se sentaba a la mesa con publicanos y pecadoras... Traía muchas dudas y preguntas.
La gente sencilla asociaba su figura a personajes de la Torá, del Antiguo Testamento.
Los poderosos le temían -Herodes entre ellos- y, a la vez lo despreciaban por su actitud de apertura y aceptación de los excluídos, de los despreciados.

Pero el Maestro, que conoce los corazones de las personas, era sabedor de todo esto pues además de su saber profundo, era informado por los discípulos.

Los discípulos...
Caminaban con Él, compartían cansancios, distancias, alegrías y rechazos, convivían todo el día con Cristo.

Por eso, en un momento de silencio y oración, les pregunta a ellos quién creen que Él es.
Y Pedro, sin duda iluminado por el Espíritu, le responde contundente: -El Cristo de Dios-.

La respuesta de Pedro es una respuesta de fé, pues indudablemente Pedro, al igual que la mayoría de los israelitas, esperaba un Mesías guerrero y victorioso que restaurara el trono de David, expulsando en batalla al opresor romano. No obstante ello, confundido y sin entender del todo, Pedro lo reconoce y lo confiesa.

Ése quizás sea el mensaje para nosotros del Evangelio del día de hoy.
Sólo podremos reconocer a Jesús como nuestro Mesías desde la cercanía e intimidad, intentando compartir con Él todo lo que nos sucede a diario, y más aún: haciendo que nuestras cosas, lo que hagamos, sean enteramente suyas.

Y allí si, en nuestro corazón lo podremos descubrir y confesar como nuestro Cristo, como nuestro Mesías, como nuestro Salvador.

Un Mesías guerrero manso, armado sólo de su Palabra, que planea estrategias haciendo el bien por doquier y que obtendrá la máxima victoria aceptando obediente y humilde la tortura, la humillación y el sacrificio de la cruz.)

Paz y Bien


2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Sí, el SEÑOR es mi PASTOR y nada me falta, más nos cuesta creerlo cuando nos faltan muchas cosas necesarias en este mundo, o no tan necesarias, pero que nosotros nos las hemos hecho necesarias. Nos cuesta entender que nuestros objetivos no coincidan muchas veces con los de JESÚS y, a pesar de ello, seguir creyendo y obedeciendole. Nos cuesta creer que tengamos que padecer, sufrir, aguanta escarnio, insultos, maldades y estar siempre dispuestos a perdonar, a servir, a escuchar, a amar.
Claro que nos cuesta, pues ese camino es contrario al que me gustaría recorrer y muy duro el hacerlo. Claro que me cuesta, y no te puedo confesar, ¡SEÑOR!, mi SEÑOR, si no estoy asistido por el ESPÍRITU que me ilumina y abre mis labios para pronunciar: Sí, SEÑOR, a pesar de todo quiero seguirte, porque sólo TÚ tienes Palabra de Vida Eterna y en TI, por TI y CONTIGO sé que podré superar este mar de dificultades hasta descansar en TI.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Nada más cierto, querido Salvador...Todo lo puedo en Aquel que me conforta... Gracias por tu comunión, hermano. Un gran abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba