Envidias y confabulaciones

Para el día de hoy (18/07/09):

Evangelio según San Mateo 12, 14-21

(Los fariseos seguramente envidiaban a Jesús.
Porque la envidia puede definirse también como el disgusto o la ira por el bien ajeno, está intrínsecamente ligada a la soberbia, y dá abundantes frutos de odio.

-Y el Señor no es que poseía determinados bienes a codiciar, sino que era el Bien.-

Ese odio de los fariseos (un odio que ha atravesado limpiamente la historia hasta nuestros días) es el que los lleva a confabularse para matarlo.

A pesar de odios, trampas y confabulaciones, a pesar de saber que querían eliminarlo, al Maestro lo seguían muchos. Y los curó a todos!

La gente más sencilla, los más pobres y pequeños saben discernir en su corazón hacia dónde está el bien. Y lo siguen.

El Señor es el Siervo de Dios preanunciado por los siglos, el que "no disputará ni gritará", el Mesías, el Salvador de todos.

Válido es el interrogante si nosotros nos ponemos al servicio de Dios y de los hermanos, si nos convertimos en siervos de Dios para el prójimo, si nos convertimos en portadores mansos del bien, desprovistos de todo interés que no sea la libertad y la felicidad del hermano.)

Paz y Bien




6 comentarios:

silvina soul dijo...

Aparte del contenido de las publicaciones,me gustan las imagenes...

Angelo dijo...

Si no lo hacemos así, nuestra vida de cristiano no tiene ningún valor. Sólo buscando el bien del prójiomo, encontramos vida en el evangelio. Gracias por la reflexión.

Salvador Pérez Alayón dijo...

La envidia es el resultado de querer ser más que el otro; la envidia nace como consecuencia de que los otros no sean ni más, ni mejores que yo. Cuando alguien se atreve al desafio de cuestionarme y de levantar la opción de mejorar, de inquietarme en la actitud de crecer, de convertirme, arremeto contra él para justificar mi posición y mi conformismo. Me opongo a salir de mis apegos, de mi acomodación, de aceptarme pecador y limitado y me enfrento a tu desafio que me incita a hacer yo lo mismo.
JESÚS vino a traer la guerra en ese sentido. Vino a decirnos que, para alcanzar el Reino, la felicidad de amar, hay que crecer, que renunciar y salir de nuestro propio yo, para servir al otro. Y cada vez que nos dicen esto y nos interpelan nace en nosotros el deseo de envidia, de quitar de el medio todo lo que nos revuelve nuestra conciencia.
Cuando somos capaces de vencernos y aceptar el bien, queriéndolo y esforzándonos en que se haga presente, desaparecen todos los deseos de impedir que la verdad cristalice y la envidia propere.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias Silvina! es muy grato saber que todo aquí puede encontrar eco en amigos y hermanos. Un saludo afectuoso. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Nada más cierto, mi estimado amigo y hermano Ángel; nuestra vida cobra valor en la medida que hagamos nuestra la vida del prójimo/próximo. Un abarzo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Así es, querido Salvador: quizás la principal batalla es la que damos contra nosotros mismos, derrotando el egoísmo que nos encierra y nos impide ir al otro, ir a Dios. Un abrazo en Cristo y María.Paz y Bien. Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba