Palabra de Esperanza, Palabra de Salvación


Para el día de hoy (23/03/09):
Evangelio según San Juan, 4, 43-54

(Jesús regresa a su tierra galilea.
Ya había realizado su primer signo (milagro) en Caná. El agua se había convertido en vino, había regresado la alegría perdida, había irrumpido en la cotidianeidad la Vida.
Pero esa Vida que se regalaba, ese vino nuevo, requería necesariamente de odres nuevos donde guardarse.

Parecía que aún no había odres nuevos.

Porque ahora, a diferencia de poco tiempo atrás, Jesús era bien recibido por sus paisanos: lo precedía la fama por los signos realizados en Jerusalem.

Los odres seguían siendo viejos: la fé estaba condicionada a que se vieran hechos milagrosos (¿mágicos?)

El Señor reprende con dureza esta actitud: el desafío de la fé es creer con la única garantía de su Palabra.

Aún así, Jesús no rechaza a nadie.
El funcionario real -probablemente un pagano, o sea, que no pertenecía al pueblo elegido- suplica por su hijo. Y aún equivocadamente, porque por ello pide la presencia de Jesús en su casa.
Pero errado o no, es un padre desesperado que ruega por la vida de su hijo.

El Señor ve a este padre, se fija en este amor, no mira al funcionario, al pagano, al no-elegido.

Nosotros solemos cometer el mismo error y somos también como el funcionario.
A menudo nos resultan necesarios signos: son mucho más cómodos y seguros que el riesgo de la fe.
Pero también -aunque a veces en ocasiones extremas- le pedimos con el corazón en las manos -¡Señor, baja!-

Y el Señor se hizo uno de nosotros.
Bajó de su condición divina haciéndose un Niño en brazos de su Madre, trajo la Palabra de la Esperanza que cura, sana y libera, es Palabra de Vida y de Salvación.
Bajó a nosotros para que tengamos Vida, y la tengamos en abundancia.

Sólo basta un corazón sincero y confiado capaz de pedir.
Amén.)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

La Gracia es nueva, es la Vida entregada por JESÚS, por la Voluntad de su PADRE. Pero es Vida nueva (ese vino nuevo) necesita odres nuevos para poder ser recogida y guardada. Y me pregunto,¿estoy yo convertido en odre nuevo para aceptar, guardar, conservar y madurar en un excelente vino ese tesoro de salvación que se me ha dado? O por el contrario, ¿sigo siendo el odre viejo que estropea lo bueno y nuevo que se le echa?
Siempre SEÑOR, tu tienes la última palabra y a TI recurrimos implorandote tu Gracia para poder transformarnos en odres nuevo que sea capaz de mantener nuevo tu buen vino.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Amén, hermano, que así sea, que no se nos pase de largo la Cuaresma sin moldear de nuevo nuestro barro con las manos del Padre. Paz y Bien. Ricardo

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