24 de marzo de 1976: igualdad de derechos

24 de Marzo de 1976

Estas líneas mínimas no pretenden ser sarcásticas, ingeniosas, ni mucho menos, ofender a las víctimas y sus familias.

El 24 de Marzo de 1976, en esta casa que se nos ha regalado y que llamamos Patria, se volvió cuestión de Estado el terror, el odio y la muerte.

La violencia ya se había instalado por diversos sectores ideológicos desde hacía un tiempo. Ahora, estaba claramente planificada.

Porque una cosa es la acción armada -terrorista si se quiere- a la que puede y debe confrontarse con la ley y la Constitución.
Pero cuando se institucionaliza, cuando se hace política de Estado la violencia planificada, la muerte programática, y cuando sus efectores utilizan las armas que se les dieron para defender la casa de agresiones externas como instrumento de represión de su propio pueblo, todo se vuelve espanto. Y todo se iguala.

Porque si uno disiente, tiene derecho a ser secuestrado -no detenido o preso- sin ningún recaudo legal y alojado en lugares que harían empalidecer de envidia Auschwitz y todo el entramado nazi.

Porque junto con el disenso, el acto básico de la presentación de un habeas corpus para encontrar al familiar que no aparece, hace adquirir el derecho a ser vejado y torturado con corriente eléctrica, mancillado a golpes hasta morir.

Porque la protesta que se anuncia igualaba a todos: junto con el secuestro y las torturas, se ganaba de manera indefectible el derecho a ser arrojado con vida al mar desde un avión militar.

Pero no se terminaba allí, claro que no.

Porque si uno se hacía adquirente de uno o todos de los derechos precitados, tus hijos más pequeños eran considerados trofeos de guerra, cosas que podían ser quitadas y entregadas a personas afines a quienes detentaban el poder.

Y con el alma en mil pedazos, debemos reconocer también que en muchas oportunidades, con la aquiescencia explícita de algunos hermanos nuestros en esta Iglesia -Iglesia que cuando asumió con fidelidad la Palabra de Jesús y su vocación evangélica, no quedó exenta del odio, todo lo contrario, hasta el día de hoy se cuestionan los testimonios de los mansos hermanas y hermanos nuestros muertos y torturados por vivir fieles al mandamiento del Amor-.

Estas líneas escasas reflejan muy poco, y las reconozco burdas y torpes.

Pero corresponde el ejercicio de la memoria.

Porque señoras y señores, hermanos, amigos, la memoria es cosa del Evangelio... Hace que florezca con intensidad la Verdad, y por tanto, la Libertad y la Justicia.

Quiera el Espíritu de Jesús orientarnos en estos oscuros senderos hacia la Vida y la Reconciliación.

Paz y Bien

Ricardo

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Todo lo que dices esta cargado de autentica verdad y de dignidad. No se puede esconder la verdad por mucho que quieran. Y los derechos es la fuerza que nos iguala a todos como verdaderos hijos de DIOS. ¡Hay de aquellos que los violan, los esconden, los anulan en aras de emerger como dueños y señores de sus propias apetencias que los dominan y los iguala a las bestias. Dejan de ser personas en esos momentos y, se vuelven, monstruos capaces de realizar actos tan crueles e indignos de su propia naturaleza.
Sólo nos queda, además de la lucha, el elevar nuestra plegaria al Cielo, para clamar, junto al SEÑOR JESÚS: ¡PADRE, perdónalos porquen no saben lo que hacen!.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Salvador, hermano, incluso hasta con las miserias que cada uno porta, por la infinita misericordia del Altísimo puede ser un ladrón feliz en el paraíso junto a Jesús. Y esa dignidad que nace en la Trinidad, en la comunión amorosa del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es lo que nos confiere a todos -todos sin excepción- la dignidad humana, que muchos vulneraron en su violenta soberbia y que hoy se traduce de otros modos, quizás maquillados, pero tan crueles y tan nefastos como los que intentaba describir en la mínima reflexión del post. Un gran abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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